En este espacio imaginario confluyen fragmentos de la realidad marcados por el horror y la pesadumbre. Las noticias de última hora forman una torre vigía desde donde se puede contemplar su macabro paisaje.
En República de la Muerte gobiernan tres poderes elegidos por el pueblo: la apatía, la ignorancia y la voracidad. Aquí, la justicia es una tumba vacía y la vida no tiene valor: los cuerpos humanos son tan solo fragmentos que se olvidan al anochecer.
Corazón y razón conviven separados por el filo de un arma blanca. La voz de una cabeza que rueda se multiplica. Paciente espera, bordando sus sueños:
ayer soñé mi cuerpo cubierto en sangre
Dicen que aquellos que viajan hasta el centro mismo de la ciudad, al repicar de las campanas logran ver aún a lo lejos el sol de cada mañana teñido de esperanza.
Y al resplandor del cielo azul, es posible ver zarpar globos blancos con pequeños mensajes de amor, paz, justicia y libertad.
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