11.1.07

El enigma de la Rosa

Quien se arranca el corazón del pecho en la noche, quiere alcanzar la rosa.
Suya es su hoja y su espina,
a él le deposita la luz en el plato,
a él le llena los vasos de aliento,
a él le susurran las sombras del amor.
Paul Celan


Poco se conoce sobre la vida de la gran pintora salvadoreña Rosa Mena Valenzuela nacida en 1924 y fallecida hace tan solo unos meses.


Artista solitaria, soltera y sin hijos, acompañada únicamente por su hermana Milita y los aproximadamente seiscientos alumnos que pasaron fugazmente por su taller. De lo poco que se sabe de sus orígenes es que su padre fue abogado y su madre de origen francés.


El Museo de Arte de El Salvador ahora presenta una muestra importante de sus dibujos y pinturas y un bello catálogo. Nos abre sus puertas para asumir el reto de intentar desentrañar su enigmática obra.


Paseo por la historia


No hay artista que no se conmueva ante la pintura de Rosa Mena, tanto su profesor Valero Lecha como Salarrué y Claudia Lars.


Observar sus pinturas es como dar un paseo extenso por la historia del arte occidental. En su obra surgen las figuras flotantes de Chagall, el colorido y la luz de los Impresionistas, la intensidad emocional de los Expresionistas, las perspectivas simultáneas y collage del Cubismo, el aspecto irracional Surrealista, la inspiración naif de la pintura figurativa de la posguerra europea de artistas como Giacometti, el impulso gestual y vital de los Expresionistas Abstractos como DeKooning, el grafismo compulsivo de Twombly, y el neoexpresionismo del alemán Baselitz.


De lo místico


Y a pesar de todo, son pocos los que se han aventurado a descifrar su obra. Luis Salazar en su libro sobre arte salvadoreño clasifica la pintura de Rosa Mena como “expresionismo místico”.
Y es que la generalización más común fue asociarla con la pintura religiosa. En la muestra, que incluye obra desde 1961 que poco o nunca ha sido vista, podemos entender porque. Algunos títulos tienen claras referencias religiosas, como “Recuerdos de catedrales góticas”.


La pintura “Cristo y apóstoles”, fechada inicialmente en 1968 y luego 20 años después, nos indica que su preocupación por los relatos cristianos fue consistente a lo largo de su vida.


Las alegorías religiosas, en particular la del hombre santo sacrificado, parecen ser su respuesta a un presente de apariencia caótica, bombardeado constantemente por información e imágenes.


La búsqueda


Sin embargo, al recorrer la exposición nos damos cuenta de lo amplio de su búsqueda. Fernando Valero se aproxima al enigma de Rosa Mena al describir su proceso creativo “…como la búsqueda de lo permanente a través del movimiento …corrosiva, angustiosa y anárquica”.
Es esa búsqueda solitaria la que le lleva a entablar diálogos intensos con grandes obras de arte y artistas en pinturas como “Rembrandt”, “Rubén Darío” o “Las Meninas”.


Su libertad creativa la lanzó en múltiples direcciones a reflexionar sobre la muerte pero también sobre la belleza de lo cotidiano. Ejemplos son: “La guerra es un fuego oscuro”, obra en tonos sombríos sobre el dolor de las víctimas de la guerra, y al otro extremo, el cándido “Personaje con Bolero y Flores”.


En cambio en “Las Holandesas” parece hablar de lo femenino con un grupo de figuras cubiertas en un ropaje grueso, no pintado sino literalmente recortado y pegado a la superficie, y rayado semejando una red que las aprisiona.


Sala de espejos


La mayor muestra de libertad de los convencionalismos sociales y estéticos de su época la dan su amplia serie de autorretratos. De las cinco pinturas exhibidas en esa sala aparte, ninguna denota un gesto del estereotipo femenino sino más bien retratan un ser humano que se observa e interroga.


Dibujo infinito


“Ese dibujo no termina nunca” dice Toño Salazar sobre la obra de Rosa Mena. Y es que tanto lo infinito como la simultaneidad son parte de su búsqueda.


Sus imágenes aparecen o desaparecen a través del acto incesante de dibujar, y su dibujo lo conforma un denso entramado de líneas que son contorno, color y volumen al mismo tiempo. Nos muestra el dibujo como lo que es: un acto vital y liberador que conforma su propio caos primordial en un conjunto complejo de formas y significados.

Es un recorrido completo el que nos ofrece esta exposición. Cada una de las obras nos susurra el secreto al enigma de la Rosa.




Publicado en La Prensa Gráfica, 2005.

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