“Puedes caminar sobre la luna o bajo el mar, o lo que quieras, pero la pintura seguirá siendo pintura porque elude cualquier interpretación. Permanece ahí como una pregunta. Y solo ella da la respuesta”, son las sabias palabras de Picasso.
Cuando ADAPES me invitó a dar una conferencia sobre arte en ocasión de esta “Expo-Mujer” homenaje a Rosa Mena Valenzuela, inmediatamente acepte por ser en nombre de una de nuestras mejores pintoras. Y sin embargo, al comenzar a preparar la conferencia estuve a punto de arrepentirme. Yo soy pintora y mi lenguaje es el de las imágenes. ¿Cómo hablar sobre arte, y pintura en particular, sin disecarlo como si fuera un animal muerto? Bien lo dijo Picasso, la pintura nos habla por sí sola.
Entonces se preguntarán: ¿qué hago yo aquí?
Es cierto que el arte es una experiencia personal, única e intransferible, pero también es cierto que la pintura es una actividad de reflexión y de emoción, y es en esencia una actividad solitaria (por lo menos en mi caso). Por ello le doy la bienvenida a esta oportunidad de dejar a un lado la soledad y compartir con ustedes algunas de mis reflexiones y sentimientos, impresiones e ideas, y artistas que admiro.
Como la exposición presenta el trabajo de 50 mujeres/pintoras, en un principio pensé en conversar con ustedes sobre la estética feminista. Pensé que sería interesante dialogar sobre las dos posturas principales al respecto y ver como nos ubicamos cada cual al respecto.
Existe una postura, la esencialista, que considera que la feminidad es un concepto eterno que reside básicamente en el cuerpo de la mujer, y que por lo tanto resulta intransferible e ineludible. Pintamos como mujeres que somos y con todo lo que ello conlleva, lo querramos o no.
Su contraparte es la contra-estética que consiste en la oposición sistemática al modelo dominante masculino. Esta postura ve “lo femenino” como una construcción social, ideológica, económica y política; y propone que no hay características predeterminadas emocionales o psicológicas, ni masculinas, ni femeninas.
Si damos por hecho que nuestro entendimiento de nuestros cuerpos y su representación esta determinado en gran medida por numerosos factores, de los cuales a veces ni siquiera estamos conscientes, las posibilidades de interpretar el arte se vuelven mucho más complejas, ricas e interesantes.
Pero luego pensé que el tema de “lo femenino en el arte”, aunque podría ser pertinente, quizá no seria de interés para todas y todos aquí presentes.
A lo largo de la historia del arte han habido respuestas y propuestas muy diversas sobre lo que es el arte. Me parece que todos creemos reconocer claramente lo que es arte cuando lo tenemos enfrente. Sobre todo cuando adopta las convenciones con las que estamos familiarizados y a través de las cuales lo categorizamos como tal. En el caso de la pintura, si esta hecha sobre canvas, enmarcada y colgada en la pared de una galería o museo, quizás no tendremos ninguna duda al respecto. Sabemos que es arte de antemano aunque después nos dediquemos a contemplarla y cuestionarla respecto a su contenido, su forma, o su carga emotiva.
Pero si sale de nuestro esquema tendremos muchas más dificultades, y sobre todo resistencias personales, a decir “esto es arte”. Como los artistas siempre estamos explorando todos los recursos disponibles para crear, el arte siempre esta evolucionando, tomando nuevas formas y soportes, y haciéndonos preguntas. Existen tantas posibilidades del arte visual; por mencionar solo algunas: el video arte, el arte digital, las intervenciones, las acciones. ¿Cuáles son los criterios posibles para considerar el arte como tal?
(Ideas del publico?)
Algunos pueden pensar que requisitos indispensables son: las ideas estéticas que sustenta y que pueden ser muy variadas - la belleza, el orden, la armonía por mencionar algunas de las “clásicas” - o un determinado uso de elementos formales – el sentido de composición, el soporte y material adecuado. Quizás inclusive, que hay un método adecuado para llegar a crear arte: estudios académicos, lecturas pertinentes, manejo del dibujo. Entonces lo podríamos definir como un proceso conducente a demostraciones técnicas de virtuosismo manual con sustento intelectual y emocional. (repeat) Pero aun así, esa definición tan fría y certera no es una formula para reconocerlo ni mucho menos para calificarlo. No existe tal formula. El arte siempre se escapa a cualquier intento de aprehensión.
De cualquier manera, nuestro acercamiento a las artes visuales, o plásticas en particular, pasa también por entender las preocupaciones esenciales del artista y como las expresa a través de su obra.
Hay artistas filósofos, que a través del color, la forma, sin palabras, aunque a veces también con ellas, elucubran pensamientos sobre el tiempo, la memoria, el exilio. Pienso por ejemplo en la obra de Benjamín Cañas, o de Violeta Bonilla. Recuerdan el Monumento a la Revolución o “Chulón”. El relieve de un hombre sin rostro definido, con brazos y piernas extendidos en actitud de victoria o sumisión, reflexión sobre el hombre universal o el hombre como Dios por ejemplo. Pienso tambien en la obra del italiano Giorgio DeChirico, o la portuguesa Vieira da Silva.
Da Silva por ejemplo, nacida en 1908 intentó a través de su pintura descubrir las relaciones trágicas y misteriosas del ser humano con los espacios que crea y le rodean: espacios interiores así como ciudades. Sus pinturas son representaciones de estructuras vistas desde varias perspectivas creando un laberinto que se despliega en direcciones múltiples. Los títulos de sus cuadros nos dan una idea de sus preocupaciones existenciales: “Dialogo sobre la Existencia”, “La Montaña Mágica”, “13 puertas”, “Entrada al Castillo o Homenaje a Kafka”, “Destino”.
Hay artistas que son críticos de su tiempo, como por ejemplo a través de la caricatura. Pienso en artistas como Daumier, o Toño Salazar, o en el Muralismo Mexicano. También se me viene a la mente la obra de Kathe Kollwitz. Ella nació en 1867 y murió en 1945 después de vivir ambas guerras mundiales y perder a su hijo y un nieto en ellas. Haciendo uso de un realismo gráfico, Kollwitz hizo un arte comprometido de contenido social. Fue pacifista, socialista y feminista, y su trabajo - sobre el odio, el amor, la maternidad, la muerte - criticó duramente la guerra y la pobreza de la época.
También han existido artistas que son más bien soñadores o especies de profetas que pintan sus visiones, ilusiones o sueños, como por ejemplo: Dalí, o la misma Rosa Mena, Salarrué, Frida Kahlo. Frida Kahlo, a pesar de su corta vida – murió a los cuarenta y cuatro años en 1954 – fue una pintora de una gran complejidad que constantemente sé reinvento en su pintura. Se le conoce sobre todo por sus autorretratos surrealistas, testimonios todos de una mezcla de sus recuerdos, emociones y fantasías. La pintura que siempre tengo presente de Kahlo – no sé si la recuerdan - es “Las Dos Fridas”, un autorretrato doble vestida de pies a cabeza, corazón de fuera y sangrando, sentadas ambas figuras tomadas de la mano ante un paisaje nublado.
Luego esta también, el artista que es cronista de su tiempo. Goya es un buen ejemplo, también José Mejia Vides con sus escenas de Panchimalco y de indígenas, o en otro extremo la artista estadounidense Cindy Sherman. Sherman es conocida por sus recreaciones fotográficas de estereotipos de lo femenino en la cultura popular y en las bellas artes. Sus fotografías son todas autorretratos, pero a diferencia de Frida Kahlo, estas no nos revelan detalles de su vida. Más bien sobre su cuerpo ella expone los roles impuestos sobre las mujeres: la seductora, la ama de casa, la empresaria, la estrella de cine, la víctima.
Pensaran que el artista es en esencia un guerrero por todos los ejemplos que les he dado pero no es así. También esta el artista como anfitrión de una fiesta del color y del placer de los sentidos. Pienso en Matisse por ejemplo, o en El Salvador Ana Maria Martínez, o también la pintora Georgia O’Keefe nacida en 1887 y radicada hasta su muerte en Nuevo México.
Con formas destiladas y colores intensos O’Keefe pintó paisajes urbanos neoyorkinos, paisajes de Nuevo México y flores. Sus bellas pinturas de flores, de tonalidades delicadas de blancos hasta intensas variantes de rojos, constituyen su obra más conocida. Sin embargo, a pesar de que en sus pinturas se pueden encontrar muchas capas de significados, su investigación de las formas de la naturaleza fue identificada rápidamente con la idea de “lo femenino”, etiqueta que resistió pero a la cual no pudo escapar. Decía O’Keefe: “a los hombres les gusta apodarme como ‘la mejor mujer artista’. Yo creo que soy simplemente una de las mejores artistas”.
Podríamos seguir hablando sobre las distintas propuestas de los artistas pero creo solo añadiré una más: la del artista como alquimista que explora la materia. En El Salvador tenemos un buen ejemplo que es Licry Bicard, Negra Álvarez también, el pintor Jackson Pollock es otro buen ejemplo así como la artista Ana Mendieta. Mendieta (1948-1985) nacida en Cuba y radicada posteriormente en EEUU, tuvo sus raíces artísticas en el land art, el performance y el feminismo de los 70’s. Trabajó con su propio cuerpo y materiales naturales como el barro, piedras y flores – en una performance incluso uso su propia sangre – todo ello buscando identificar el cuerpo femenino con la tierra y adjudicándole el mismo poder y a su vez, la misma capacidad de sufrimiento.
Los grandes artistas, aquellos que hacen obras de arte que nos marcan profundamente, que nos acompañan vivamente en nuestra mente y corazón, y que nos hablan constantemente, reúnen a mi manera de ver todas esas características.
La obra de Rosa Mena Valenzuela, la artista homenajeada en esta ocasión, también reúne muchos de esos aspectos que he mencionado. Sus pinturas/dibujos nos envuelven en la sutileza de su color, la delicadeza de su línea, la actualidad de sus imágenes, de sus visiones espirituales, la conjunción de materiales diversos – papel de aluminio, estampas religiosas, retazos de telas – y la pasión de vivir la vida a plenitud. Es por ello que me complace sumarme en su homenaje participando con esta conferencia el dia de hoy, y con mi obra en esta exposición.
Y ahora los invito, no a caminar en la luna, ni bajo el mar, sino a hacer algo muy sencillo. Solo se requiere voluntad, un par de ojos, mente abierta y corazón dispuesto. Los invito a hacer un viaje aun más rico de posibilidades, aquí mismo en esta exposición, frente a la obra de las 50 pintoras que participamos.
Cuando ADAPES me invitó a dar una conferencia sobre arte en ocasión de esta “Expo-Mujer” homenaje a Rosa Mena Valenzuela, inmediatamente acepte por ser en nombre de una de nuestras mejores pintoras. Y sin embargo, al comenzar a preparar la conferencia estuve a punto de arrepentirme. Yo soy pintora y mi lenguaje es el de las imágenes. ¿Cómo hablar sobre arte, y pintura en particular, sin disecarlo como si fuera un animal muerto? Bien lo dijo Picasso, la pintura nos habla por sí sola.
Entonces se preguntarán: ¿qué hago yo aquí?
Es cierto que el arte es una experiencia personal, única e intransferible, pero también es cierto que la pintura es una actividad de reflexión y de emoción, y es en esencia una actividad solitaria (por lo menos en mi caso). Por ello le doy la bienvenida a esta oportunidad de dejar a un lado la soledad y compartir con ustedes algunas de mis reflexiones y sentimientos, impresiones e ideas, y artistas que admiro.
Como la exposición presenta el trabajo de 50 mujeres/pintoras, en un principio pensé en conversar con ustedes sobre la estética feminista. Pensé que sería interesante dialogar sobre las dos posturas principales al respecto y ver como nos ubicamos cada cual al respecto.
Existe una postura, la esencialista, que considera que la feminidad es un concepto eterno que reside básicamente en el cuerpo de la mujer, y que por lo tanto resulta intransferible e ineludible. Pintamos como mujeres que somos y con todo lo que ello conlleva, lo querramos o no.
Su contraparte es la contra-estética que consiste en la oposición sistemática al modelo dominante masculino. Esta postura ve “lo femenino” como una construcción social, ideológica, económica y política; y propone que no hay características predeterminadas emocionales o psicológicas, ni masculinas, ni femeninas.
Si damos por hecho que nuestro entendimiento de nuestros cuerpos y su representación esta determinado en gran medida por numerosos factores, de los cuales a veces ni siquiera estamos conscientes, las posibilidades de interpretar el arte se vuelven mucho más complejas, ricas e interesantes.
Pero luego pensé que el tema de “lo femenino en el arte”, aunque podría ser pertinente, quizá no seria de interés para todas y todos aquí presentes.
A lo largo de la historia del arte han habido respuestas y propuestas muy diversas sobre lo que es el arte. Me parece que todos creemos reconocer claramente lo que es arte cuando lo tenemos enfrente. Sobre todo cuando adopta las convenciones con las que estamos familiarizados y a través de las cuales lo categorizamos como tal. En el caso de la pintura, si esta hecha sobre canvas, enmarcada y colgada en la pared de una galería o museo, quizás no tendremos ninguna duda al respecto. Sabemos que es arte de antemano aunque después nos dediquemos a contemplarla y cuestionarla respecto a su contenido, su forma, o su carga emotiva.
Pero si sale de nuestro esquema tendremos muchas más dificultades, y sobre todo resistencias personales, a decir “esto es arte”. Como los artistas siempre estamos explorando todos los recursos disponibles para crear, el arte siempre esta evolucionando, tomando nuevas formas y soportes, y haciéndonos preguntas. Existen tantas posibilidades del arte visual; por mencionar solo algunas: el video arte, el arte digital, las intervenciones, las acciones. ¿Cuáles son los criterios posibles para considerar el arte como tal?
(Ideas del publico?)
Algunos pueden pensar que requisitos indispensables son: las ideas estéticas que sustenta y que pueden ser muy variadas - la belleza, el orden, la armonía por mencionar algunas de las “clásicas” - o un determinado uso de elementos formales – el sentido de composición, el soporte y material adecuado. Quizás inclusive, que hay un método adecuado para llegar a crear arte: estudios académicos, lecturas pertinentes, manejo del dibujo. Entonces lo podríamos definir como un proceso conducente a demostraciones técnicas de virtuosismo manual con sustento intelectual y emocional. (repeat) Pero aun así, esa definición tan fría y certera no es una formula para reconocerlo ni mucho menos para calificarlo. No existe tal formula. El arte siempre se escapa a cualquier intento de aprehensión.
De cualquier manera, nuestro acercamiento a las artes visuales, o plásticas en particular, pasa también por entender las preocupaciones esenciales del artista y como las expresa a través de su obra.
Hay artistas filósofos, que a través del color, la forma, sin palabras, aunque a veces también con ellas, elucubran pensamientos sobre el tiempo, la memoria, el exilio. Pienso por ejemplo en la obra de Benjamín Cañas, o de Violeta Bonilla. Recuerdan el Monumento a la Revolución o “Chulón”. El relieve de un hombre sin rostro definido, con brazos y piernas extendidos en actitud de victoria o sumisión, reflexión sobre el hombre universal o el hombre como Dios por ejemplo. Pienso tambien en la obra del italiano Giorgio DeChirico, o la portuguesa Vieira da Silva.
Da Silva por ejemplo, nacida en 1908 intentó a través de su pintura descubrir las relaciones trágicas y misteriosas del ser humano con los espacios que crea y le rodean: espacios interiores así como ciudades. Sus pinturas son representaciones de estructuras vistas desde varias perspectivas creando un laberinto que se despliega en direcciones múltiples. Los títulos de sus cuadros nos dan una idea de sus preocupaciones existenciales: “Dialogo sobre la Existencia”, “La Montaña Mágica”, “13 puertas”, “Entrada al Castillo o Homenaje a Kafka”, “Destino”.
Hay artistas que son críticos de su tiempo, como por ejemplo a través de la caricatura. Pienso en artistas como Daumier, o Toño Salazar, o en el Muralismo Mexicano. También se me viene a la mente la obra de Kathe Kollwitz. Ella nació en 1867 y murió en 1945 después de vivir ambas guerras mundiales y perder a su hijo y un nieto en ellas. Haciendo uso de un realismo gráfico, Kollwitz hizo un arte comprometido de contenido social. Fue pacifista, socialista y feminista, y su trabajo - sobre el odio, el amor, la maternidad, la muerte - criticó duramente la guerra y la pobreza de la época.
También han existido artistas que son más bien soñadores o especies de profetas que pintan sus visiones, ilusiones o sueños, como por ejemplo: Dalí, o la misma Rosa Mena, Salarrué, Frida Kahlo. Frida Kahlo, a pesar de su corta vida – murió a los cuarenta y cuatro años en 1954 – fue una pintora de una gran complejidad que constantemente sé reinvento en su pintura. Se le conoce sobre todo por sus autorretratos surrealistas, testimonios todos de una mezcla de sus recuerdos, emociones y fantasías. La pintura que siempre tengo presente de Kahlo – no sé si la recuerdan - es “Las Dos Fridas”, un autorretrato doble vestida de pies a cabeza, corazón de fuera y sangrando, sentadas ambas figuras tomadas de la mano ante un paisaje nublado.
Luego esta también, el artista que es cronista de su tiempo. Goya es un buen ejemplo, también José Mejia Vides con sus escenas de Panchimalco y de indígenas, o en otro extremo la artista estadounidense Cindy Sherman. Sherman es conocida por sus recreaciones fotográficas de estereotipos de lo femenino en la cultura popular y en las bellas artes. Sus fotografías son todas autorretratos, pero a diferencia de Frida Kahlo, estas no nos revelan detalles de su vida. Más bien sobre su cuerpo ella expone los roles impuestos sobre las mujeres: la seductora, la ama de casa, la empresaria, la estrella de cine, la víctima.
Pensaran que el artista es en esencia un guerrero por todos los ejemplos que les he dado pero no es así. También esta el artista como anfitrión de una fiesta del color y del placer de los sentidos. Pienso en Matisse por ejemplo, o en El Salvador Ana Maria Martínez, o también la pintora Georgia O’Keefe nacida en 1887 y radicada hasta su muerte en Nuevo México.
Con formas destiladas y colores intensos O’Keefe pintó paisajes urbanos neoyorkinos, paisajes de Nuevo México y flores. Sus bellas pinturas de flores, de tonalidades delicadas de blancos hasta intensas variantes de rojos, constituyen su obra más conocida. Sin embargo, a pesar de que en sus pinturas se pueden encontrar muchas capas de significados, su investigación de las formas de la naturaleza fue identificada rápidamente con la idea de “lo femenino”, etiqueta que resistió pero a la cual no pudo escapar. Decía O’Keefe: “a los hombres les gusta apodarme como ‘la mejor mujer artista’. Yo creo que soy simplemente una de las mejores artistas”.
Podríamos seguir hablando sobre las distintas propuestas de los artistas pero creo solo añadiré una más: la del artista como alquimista que explora la materia. En El Salvador tenemos un buen ejemplo que es Licry Bicard, Negra Álvarez también, el pintor Jackson Pollock es otro buen ejemplo así como la artista Ana Mendieta. Mendieta (1948-1985) nacida en Cuba y radicada posteriormente en EEUU, tuvo sus raíces artísticas en el land art, el performance y el feminismo de los 70’s. Trabajó con su propio cuerpo y materiales naturales como el barro, piedras y flores – en una performance incluso uso su propia sangre – todo ello buscando identificar el cuerpo femenino con la tierra y adjudicándole el mismo poder y a su vez, la misma capacidad de sufrimiento.
Los grandes artistas, aquellos que hacen obras de arte que nos marcan profundamente, que nos acompañan vivamente en nuestra mente y corazón, y que nos hablan constantemente, reúnen a mi manera de ver todas esas características.
La obra de Rosa Mena Valenzuela, la artista homenajeada en esta ocasión, también reúne muchos de esos aspectos que he mencionado. Sus pinturas/dibujos nos envuelven en la sutileza de su color, la delicadeza de su línea, la actualidad de sus imágenes, de sus visiones espirituales, la conjunción de materiales diversos – papel de aluminio, estampas religiosas, retazos de telas – y la pasión de vivir la vida a plenitud. Es por ello que me complace sumarme en su homenaje participando con esta conferencia el dia de hoy, y con mi obra en esta exposición.
Y ahora los invito, no a caminar en la luna, ni bajo el mar, sino a hacer algo muy sencillo. Solo se requiere voluntad, un par de ojos, mente abierta y corazón dispuesto. Los invito a hacer un viaje aun más rico de posibilidades, aquí mismo en esta exposición, frente a la obra de las 50 pintoras que participamos.
Conferencia a invitación de ADAPES en el contexto de la muestra Homenaje a Rosa Mena Valenzuela, Mayo 2000.
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