Me dijeron que ella venía de la casa de la vecina, o que la habían sacado con engaños de su casa, ya no me acuerdo bien, cuando este que le dicen Flaco - que cada vez que podía la molestaba - la fue arrinconando hacia una casa abandonada. Dicen que aparecieron otros dos, ¿o eran tres? Es que ya no se sabe, dicen tantas cosas.
Su familia tiene miedo. Tiene miedo que suelten a estos muchachos que la mataron. Solo piden que los castiguen.
Dicen que la niña fue valiente. Que la querían abusar esos muchachos y ella no se dejó. Fue entonces cuando sacaron el machete y comenzaron a golpearla. Dale que dale, toda herida llena de sangre gritaba la pobre. Se defendía como podía con los brazos en alto, hasta que le volaron una mano. Ahí cayó, sí, ahí mismo, en ese charco de lodo.
Ellos salieron corriendo. Dicen que por allá por Tepecoyo agarraron a uno. Sí, la niña fue valiente. ¡Fíjese que todavía antes de morir identificó a los que la habían atacado!
Cosa más horrible todo esto que ha pasado. ¡Ganas de llorar me dan! Y mire en los periódicos, todos los días pasa algo. Mire la pobre Zuleyma Guevara, y apenas el otro dia la Violeta Lara, de regreso a su casa iba cuando una bala perdida la mató.
Esto no puede seguir. Hay que hacer algo. Sus familias deben saber que los acompañamos en su dolor. Que todos estamos con ellos. Que cuando matan a alguien, un pedacito de nosotros muere con ellos. Que no lo vamos a permitir más. Que estamos todos juntos en esto.
Publicado en La Prensa Gráfica, Julio 2004.
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