4.1.06

Cadáver Exquisito - Ecos de Bernhard

Rosa Mena Valenzuela expone en estos días una serie de trabajos titulada Vía-Crucis en el bello Teatro de Santa Ana. La muestra consiste de dibujos y collages realizados con la frescura, pasión e intensidad que caracterizan su trabajo. Sus imágenes, de profundo sentido místico, son fragmentos de vivencias religiosas hilvanados con líneas de colores agitadas e inciertas.

Sobre la obra de arte fragmentada habla Thomas Bernhard en su comedia Maestros Antiguos. Reger, el protagonista de esta novela, visita desde hace 36 años el Museo estatal de su localidad y frente a una pintura de Tintoretto reflexiona: “Al fin y al cabo, el mayor placer nos lo dan los fragmentos... y que horrible nos resulta el todo y nos resulta, en el fondo la perfección acabada.”

Son precisamente la imperfección y la crudeza de un trazo visceral y fluido en los dibujos de Rosa Mena, los mejores testimonios de un acercamiento humano al misterio de lo divino.

Sin embargo, me pregunto, después de las palabras de inauguración, y las felicitaciones, y las notas periodísticas, ¿quién intentará verdaderamente reflexionar sobre el trabajo presentado?

En Maestros Antiguos reclama Bernhard: “la admiración ciega... hace estúpido al admirador” y acusa de manera fatalista a los gobiernos de ser los culpables que tarde o temprano “no haya ninguna clase de cultura, nada más trivialidad burguesa”. Dice este agudo escritor en boca de Reger, que comedia es lo que somos y tragedia es cuando preguntamos ¿ahora qué?

Y desde ese panorama desolador que dibuja Bernhard, doy gracias a los artistas que con su infatigable voluntad, autonomía y coraje nos conmueven y cuestionan con sus creaciones.

Gracias a Rosa Mena Valenzuela, Camilo Minero, Alfonso Kijadurías, Claribel Alegría, German Cáceres, Carlos Cañas, Miguel Huezo Mixco, Jacinta Escudos, Horacio Castellanos Moya, Eunice Payés, Dinora Cañenguez, Roberto Salomón y Luis Lazo entre muchos otros.

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