12.1.07

El hombre y su máscara - David Alfaro Siqueiros

El verdugo mira mi sangre,
y yo clavo los ojos en el cielo.
“Luz negra”, Alvaro Menen Desleal

I

1946. Se mira al espejo, desliza carboncillo en mano sobre el papel, simula recorrer la tersa piel, los prominentes pómulos, las cuencas de los ojos. Se mira a sí mismo, en sus ojos mira el cielo azul y soleado, al fondo un horizonte. Se acerca y sobrevuela la Rotonda de los Hombres Ilustres, allí una multitud de negro se congrega alrededor de un angosto hueco en la tierra. A un lado un féretro, en él su propio rostro impávido cual fría máscara de sonriente mueca. La visión de su muerte le agita la mano. Dibuja con furia. Cada momento cuenta, cada trazo una batalla ganada contra el tiempo.

David Alfaro Siqueiros nace en el estado norteño de Chihuahua, México, en 1896. El ímpetu por dejar su voz y huella en el mundo esta presente desde temprana edad. Ya en 1911 con apenas 15 años de edad, en la afamada Academia de San Carlos donde estudia, participa en una huelga estudiantil oponiéndose con éxito a los antiguos métodos de enseñanza ahí utilizados.

La renovación permanente, el movimiento y la oposición de fuerzas son constantes en su vida. Se vuelca a ello en todo lo que le apasiona profundamente y a través de lo cual puede ejercer una acción y repercusión directa: el arte y la política.

En su producción pictórica investiga con técnicas y materiales novedosos como el soplete o la piroxilina, con nuevos soportes como el muro, y fusionando sus imágenes con la escultura y los espacios arquitectónicos. Desarrolla teorías sobre el espectador en movimiento, el dinamismo de los planos y espacios, y la incorporación del “accidente controlado” a la obra de arte.

Los elementos que caracterizan sus obras son la escala monumental, el uso de una perspectiva acentuada y la robustez de las figuras, el sentido dramático de la luz y la mezcla de realismo y simbolismo en las que el gesto del pintor es protagonista. Siqueiros es plenamente consciente que sus propuestas estéticas son también políticas.

Es así como junto con Diego Rivera y José Clemente Orozco conforman la llamada Escuela Muralista Mexicana, influenciados directamente por la Revolución de 1910 y los movimientos artísticos europeos, pero también por el interés en exaltar sus raíces precolombinas y el ideario marxista de justicia social. En 1922 pinta su primer mural en el ex Colegio de San Ildefonso.

Marta Traba, historiadora del arte, describe ese movimiento como el “más importante de la plástica continental de comienzo del siglo…que cumpliera un papel social de primera importancia en las nuevas sociedades latinoamericanas”. En El Salvador vemos sus influencias en la obra de Camilo Minero (mostrada simultáneamente en el Museo de Arte) y Violeta Bonilla, y más recientemente en la pintura de Antonio Bonilla.

II

1962. Se mira a sí mismo y en sus ojos mira la muerte. Su presencia se vuelve insoportable. Se sabe su propio verdugo y la sola idea le atormenta. Debe continuar luchando - si es necesario a ciegas - pero para ello debe ocultar la prueba certera de su crimen. Toma con un grueso pincel la pintura que yace ahí a su lado y cubre su cabeza entera con pliegues de un manto. Sus manos dejan huellas ensangrentadas de la pugna de ideas que libra en su interior.

Siqueiros se lanza al campo de batalla.

En 1913 se incorpora a las fuerzas revolucionarias que dirigía Venustiano Carranza para cuatro años después llegar a capitán segundo del Estado Mayor del general Manuel M. Diéguez. En Guadalajara en 1918, organiza un grupo llamado el Congreso de Artistas Soldados y un año después viaja a París con un nombramiento diplomático militar que termina llevándole a Barcelona.

José Vasconcelos, secretario de educación pública y gestor del movimiento muralista, le pide regrese a México en 1922 para unirse a la iniciativa. En 1923 ingresa al Partido Comunista Mexicano y funda un semanario llamado El Machete que fuera posteriormente órgano oficial del Partido. En ese mismo período fundan el Sindicato de Obreros, Técnicos, Pintores y Escultores del cual sería secretario general. Después de gran actividad proselitista es nombrado presidente de la Liga Antimperialista de las Américas. Entre 1926 y 1930 trabaja como secretario general del Sindicato Minero y de la Federación Obrera de Jalisco. Su militancia le gano la cárcel en varias ocasiones y el confinamiento a Taxco en exilio interno en 1931, para luego ser expulsado de México por subversivo. En 1937 viaja a España para incorporarse al Ejército Popular Español donde comanda las Brigadas 46, 52, 82 y 88 y alcanza el grado de teniente coronel de la 29º división.

En el gran cisma que dividió al mundo comunista, Siqueiros se situó firmemente en el extremo Stalinista. Prueba de ello es que a su regreso a México en 1940, la mañana del 24 de mayo, lidera un asalto a la casa de León Trotsky en el suburbio de Coyoacán, atacando con fuego de ametralladora y explosivos. Felizmente para Trotsky, aunque no por mucho tiempo, salió ileso. Siqueiros es aprehendido y sometido a juicio.

“En la guerra arte de guerra” titula su manifiesto de 1943 para luego anunciar su gira por toda América. Recorre Perú, Ecuador, Colombia, Panamá y llega a Cuba para constituir el Comité Continental de Arte para la Victoria. En 1960viaja a Cuba y Venezuela. Publica La historia de una insidia. ¿Quiénes son los traidores a la patria? Mi respuesta. Es aprehendido el 9 de agosto acusado de disolución social y encarcelado por el Presidente Adolfo López Mateos por su apoyo a los lideres obreros ferroviarios. Sin embargo logra salir libre en 1964 bajo el argumento que todo mexicano que hubiese prestado importantes servicios a la nación podía quedar libre al cumplir la mitad de su condena.

10 años después Siqueiros muere. El hombre y su máscara se develan uno solo en su obra. Y es ahí donde ahora clavo mis ojos.

11.1.07

La rueda

Hace poco más de un mes nos reunimos en San José, Costa Rica un grupo numeroso – y bastante ruidoso- de artistas, críticos y gestores culturales. Fue gracias al Museo de arte y diseño contemporáneo de Costa Rica -y otro montón de instituciones que apoyaron- que nos juntamos a conversar y debatir sobre el arte contemporáneo regional.

La cita que duró aproximadamente una semana fue una experiencia intensa y rica. La producción artística e intelectual en Centro América parece aun encontrarse dentro de fronteras particulares que impiden el libre flujo de información e intercambio. Por ello este encuentro fue particularmente importante para conocer la actividad en cada país, y sobre todo a aquellos actores invisibles que contraponen activamente el hecho artístico a la decadencia política o al estrellato de egos.

Traigo a cuenta este relato porque al leer los apuntes en este blog sobre Oaxaca multicultural, me llamó la atención la mención de Gustavo Esteva como uno de los intelectuales más radicales de este continente. Le busqué en internet pues no le conocía, y encontré una extensa entrevista en que relata pequeños retazos de su vida para luego hilarlos con sus ideas de lo que pasa en el mundo.

Ello me trajo nuevamente las impresiones de los primeros días a mi regreso de Costa Rica. Recuerdo me encontraba inquieta, entusiasmada, con la sensación que algo esta pasando en Centro América, que habemos un grupo de artistas en la región con un ideario común. Con una gran formación intelectual, un discurso verdaderamente auténtico y genuino, y mucha actividad artística y de gestión cultural en su historial, se los menciono aquí muy brevemente. (Más adelante espero poder hacerles una entrevista extensa a cada uno.)

Recuerdo la sentida ponencia de Sila Chanto de Costa Rica, con una propuesta que llamaría yo “estética del desasosiego”. Conversé con Alicia Zamora de Nicaragua sobre su proyecto de murales urbanos “Murales de octubre” y pudimos ver las fotos en su presentación del proyecto. Escuché a Joan Durán hablar sobre su proyecto de muestras colectivas “Landings” y proponer ver más allá de las fronteras y el horizonte centroamericano, hacia el Caribe. Platicamos extenso y sabroso con José Osorio sobre el arte y los espacios públicos, y escuché su presentación sobre su proyecto “Caja lúdica” que nos dejó a todos entusiasmados con las posibilidades.

Como los ejes que dan sostén en su interior a una rueda y permiten su rotación estos artistas están generando literales revoluciones a su paso.

Publicado en el blog ICONES, 2006.

Licry Bicard o Las rayas del tigre

Marcada por los conflictos y vicisitudes de una tierra en permanente movimiento, la artista Licry Bicard ha dejado en los últimos 30 años huellas indelebles con su obra. Conversamos largo rato sobre su trayectoria artística, memorias, e impresiones sobre el arte y la vida. Además intercambiamos opiniones sobre la muestra que presentó recientemente en la Sala Nacional de Exposiciones junto con las artistas María Kahn y Negra Álvarez.



Latidos de la memoria



Nació en 1944 en “una época difícil”. La familia “que la vida te da” era de San Miguel, Santa Ana y San Vicente con raíces catalanas.



“Mi abuela materna era una mujer bien soñadora. Le gustaba escribir poesía, tocaba guitarra y cantaba las canciones que ella hacía. Yo ponía la oreja en el corazón de ella y me gustaba escucharle los suspiros.”



Su padre fue constructor de carreteras, y con su madre tuvieron cinco hijos. Recuerda su infancia en San Salvador en la Col. Layco y en el colegio de monjas en el que estudió.



“De pequeña vivíamos frente al Cuartel San Carlos, atrás habían unas fincas de café. Yo me perdía en el cafetal a cada rato, me salía de la casa y me iba, o pasaba en un rincón dibujando mis muñequitos que con una tijerita cortaba.



“En la primaria tuve especialmente cerca una monja belga que me enseñó a coleccionar estampillas, monedas, billetes, leer. ¡Y que yo di batería! Era tremenda.



Nace al mundo



Entre su graduación del colegio y su boda en 1966 hace su primer viaje a Nueva York a ver la Feria Mundial y luego a México.



“Para mí ver los cuadros de Dalí, las esculturas, las joyas, el Metropolitan, ir a Broadway, ¡todo eso me abrió un mundo! De ahí me fuí a México. ¡Hasta a la Tombolele conocí!



A su regreso al país da terapias ocupacionales en distintos hospitales. La tensión política comienza a generar “problemas en el centro” de San Salvador y ello la lleva a incorporarse a la empresa familiar, donde labora hasta que nace su primera hija Raquel.



“Si es que la vida, la vida a uno lo arrastra para todos lados.



Tres Llaves de Oro




“Empecé a dibujar una madrugada que mi marido andaba de viaje y yo tenía al bebé gritando.
Busca formación técnica y de método, sin suerte. Como ella bien dice, su mérito fue su tenacidad, que le condujo finalmente a tener experiencias valiosas sobre composición con el pintor español Carralero y sobre el dibujo de contorno con la artista japonesa Miyako Aoki.


“Los pintores de aquí bien pícaros me decían: ‘Hay 7 llavecitas de oro y no las has encontrado’. Pero eran puras burlas. Las llaves las encontré en los libros, en los viajes y con la gente talentosa. Soy de la opinión que no hay que saber demasiado.



Estudia dibujo con el escultor español Benjamín Saúl. Quien fuera para Licry el maestro que le “abre la mente”, la conduce a finales del 79 a seguir por cuenta propia.



“Mi amistad con él era grande. Me animó a leer bastante. Él rompió con algo que yo no lograba. Hay algo que me pasó al estar dibujando, que yo dije ‘veo más allá de lo que él me dice’.



Implosión de luz



“Ya mi padre había muerto, mis hijos creciendo, la guerra estaba en lo peor y era un tormento, y para más me retiro de las clases. Estaba muy asustada. Me encerré en la casa a hacer unas pinturas muy negras.



“Pasaba horas pintando. Esa vibración que yo estaba viendo al pintar era como el pulso de uno mismo. Hice cuadros metafísicos, cosas que explotaban en el aire. Me empecé a fijar en las luces y sombras y me enamore de ese mundo. Por ahí entré. Yo no tengo escuela, la escuela fue el ambiente el que me la dio.



Caminos paralelos



Viajó a Europa, al medio oriente, a Sur América, visitó museos y galerías. Recuerda la obra del venezolano Soto y del chileno Matta, así como el cinetismo de McEntyre, los abstractos de Armando Soriano, y el simbolismo de Salarrué. Conoció a través de la Galería Forma al mexicano Cuevas y a la pintora boliviana María Luisa Pacheco.



“Empecé a buscar a la gente que yo intuía era por los caminos que yo andaba. Así fue que me topé con los matéricos españoles. La Galería Laberinto de Jeanine Janowski fue una gran escuela, ahí aprendí mucho de Carlos Cañas y Julio Sequeira.



Vasto Azar



En su vida diaria se somete a “grandes disciplinas” y “rituales bien marcados” para sacar el máximo provecho del azar creativo, sobre todo en sus pinturas de formato grande.



“Mi trabajo es bien desordenado. Si voy a hacer acuarelas en este momento tengo que tener suficientes acuarelas y papel, porque no sé si va a ser grande o mediana o la voy a picar con una tijera. Me gusta mucho picar, romper hasta con las uñas. Es que el mundo del arte es vasto, es vasto.



El tigre



La obra de Licry abarca un espectro amplio. Dibuja con gestos rápidos de la mano figuras de tono lúdico. Su pintura tiene una presencia fuerte de la materia, que se condensa en paisajes, abstractos o símbolos prehispánicos. Trabaja también moldeando el espacio con escultura o instalaciones construidas con objetos de su historia personal.



“El garabato es un impulso eléctrico que es parte de tu vida. No es que seas emotivo, uno puede tener impulsos frenados. Yo a eso le llamo el tigre.



“Siempre estoy dibujando y a la vez estoy pensando. Uno se ubica en otra realidad, la propia. Si tenes ojo, mente y corazón, no necesitas que te enseñen el humor, las pasiones, el reventar de una ola en el mar, aquel sonido que oís en la noche.



“Leí por algún lado que si pones tu conciencia, que es oírte a tí mismo, antes que tu ciencia, tu ciencia prevalece. Eso es comprobadito. Los trabajos tienen trascendencia, porque hay conciencia. Con-ciencia.



Detrás del espejo



Ahora en la Sala Nacional Licry presenta su obra reciente. Muestra sus característicos “garabatos” a través de lupas y cajas de espejos, pinturas monocromáticas en las que predomina el gesto de la pincelada, y montajes de maniquíes, algunos desmembrados.



“El maniquí es parte de un período bien importante. No he encontrado todavía el cuerpo de aquella niña y la cabeza de aquel. Hace de caso que eran niños de verdad, había una conexión de recuerdos y lo tenía que hacer.



“Quería que se viera bien el drama a través de la luz fuerte y la vibración del color rojo, sin oscuridad para que se piense claramente.





“El arte para mí es un mundo de mundos. El mundo de las ideas. ¿Y por qué no pues?

Publicado en La Prensa Gráfica, 2005.

El enigma de la Rosa

Quien se arranca el corazón del pecho en la noche, quiere alcanzar la rosa.
Suya es su hoja y su espina,
a él le deposita la luz en el plato,
a él le llena los vasos de aliento,
a él le susurran las sombras del amor.
Paul Celan


Poco se conoce sobre la vida de la gran pintora salvadoreña Rosa Mena Valenzuela nacida en 1924 y fallecida hace tan solo unos meses.


Artista solitaria, soltera y sin hijos, acompañada únicamente por su hermana Milita y los aproximadamente seiscientos alumnos que pasaron fugazmente por su taller. De lo poco que se sabe de sus orígenes es que su padre fue abogado y su madre de origen francés.


El Museo de Arte de El Salvador ahora presenta una muestra importante de sus dibujos y pinturas y un bello catálogo. Nos abre sus puertas para asumir el reto de intentar desentrañar su enigmática obra.


Paseo por la historia


No hay artista que no se conmueva ante la pintura de Rosa Mena, tanto su profesor Valero Lecha como Salarrué y Claudia Lars.


Observar sus pinturas es como dar un paseo extenso por la historia del arte occidental. En su obra surgen las figuras flotantes de Chagall, el colorido y la luz de los Impresionistas, la intensidad emocional de los Expresionistas, las perspectivas simultáneas y collage del Cubismo, el aspecto irracional Surrealista, la inspiración naif de la pintura figurativa de la posguerra europea de artistas como Giacometti, el impulso gestual y vital de los Expresionistas Abstractos como DeKooning, el grafismo compulsivo de Twombly, y el neoexpresionismo del alemán Baselitz.


De lo místico


Y a pesar de todo, son pocos los que se han aventurado a descifrar su obra. Luis Salazar en su libro sobre arte salvadoreño clasifica la pintura de Rosa Mena como “expresionismo místico”.
Y es que la generalización más común fue asociarla con la pintura religiosa. En la muestra, que incluye obra desde 1961 que poco o nunca ha sido vista, podemos entender porque. Algunos títulos tienen claras referencias religiosas, como “Recuerdos de catedrales góticas”.


La pintura “Cristo y apóstoles”, fechada inicialmente en 1968 y luego 20 años después, nos indica que su preocupación por los relatos cristianos fue consistente a lo largo de su vida.


Las alegorías religiosas, en particular la del hombre santo sacrificado, parecen ser su respuesta a un presente de apariencia caótica, bombardeado constantemente por información e imágenes.


La búsqueda


Sin embargo, al recorrer la exposición nos damos cuenta de lo amplio de su búsqueda. Fernando Valero se aproxima al enigma de Rosa Mena al describir su proceso creativo “…como la búsqueda de lo permanente a través del movimiento …corrosiva, angustiosa y anárquica”.
Es esa búsqueda solitaria la que le lleva a entablar diálogos intensos con grandes obras de arte y artistas en pinturas como “Rembrandt”, “Rubén Darío” o “Las Meninas”.


Su libertad creativa la lanzó en múltiples direcciones a reflexionar sobre la muerte pero también sobre la belleza de lo cotidiano. Ejemplos son: “La guerra es un fuego oscuro”, obra en tonos sombríos sobre el dolor de las víctimas de la guerra, y al otro extremo, el cándido “Personaje con Bolero y Flores”.


En cambio en “Las Holandesas” parece hablar de lo femenino con un grupo de figuras cubiertas en un ropaje grueso, no pintado sino literalmente recortado y pegado a la superficie, y rayado semejando una red que las aprisiona.


Sala de espejos


La mayor muestra de libertad de los convencionalismos sociales y estéticos de su época la dan su amplia serie de autorretratos. De las cinco pinturas exhibidas en esa sala aparte, ninguna denota un gesto del estereotipo femenino sino más bien retratan un ser humano que se observa e interroga.


Dibujo infinito


“Ese dibujo no termina nunca” dice Toño Salazar sobre la obra de Rosa Mena. Y es que tanto lo infinito como la simultaneidad son parte de su búsqueda.


Sus imágenes aparecen o desaparecen a través del acto incesante de dibujar, y su dibujo lo conforma un denso entramado de líneas que son contorno, color y volumen al mismo tiempo. Nos muestra el dibujo como lo que es: un acto vital y liberador que conforma su propio caos primordial en un conjunto complejo de formas y significados.

Es un recorrido completo el que nos ofrece esta exposición. Cada una de las obras nos susurra el secreto al enigma de la Rosa.




Publicado en La Prensa Gráfica, 2005.

10.1.07

Caminando sobre la luna: Pensamientos sobre el arte

“Puedes caminar sobre la luna o bajo el mar, o lo que quieras, pero la pintura seguirá siendo pintura porque elude cualquier interpretación. Permanece ahí como una pregunta. Y solo ella da la respuesta”, son las sabias palabras de Picasso.

Cuando ADAPES me invitó a dar una conferencia sobre arte en ocasión de esta “Expo-Mujer” homenaje a Rosa Mena Valenzuela, inmediatamente acepte por ser en nombre de una de nuestras mejores pintoras. Y sin embargo, al comenzar a preparar la conferencia estuve a punto de arrepentirme. Yo soy pintora y mi lenguaje es el de las imágenes. ¿Cómo hablar sobre arte, y pintura en particular, sin disecarlo como si fuera un animal muerto? Bien lo dijo Picasso, la pintura nos habla por sí sola.

Entonces se preguntarán: ¿qué hago yo aquí?

Es cierto que el arte es una experiencia personal, única e intransferible, pero también es cierto que la pintura es una actividad de reflexión y de emoción, y es en esencia una actividad solitaria (por lo menos en mi caso). Por ello le doy la bienvenida a esta oportunidad de dejar a un lado la soledad y compartir con ustedes algunas de mis reflexiones y sentimientos, impresiones e ideas, y artistas que admiro.

Como la exposición presenta el trabajo de 50 mujeres/pintoras, en un principio pensé en conversar con ustedes sobre la estética feminista. Pensé que sería interesante dialogar sobre las dos posturas principales al respecto y ver como nos ubicamos cada cual al respecto.

Existe una postura, la esencialista, que considera que la feminidad es un concepto eterno que reside básicamente en el cuerpo de la mujer, y que por lo tanto resulta intransferible e ineludible. Pintamos como mujeres que somos y con todo lo que ello conlleva, lo querramos o no.

Su contraparte es la contra-estética que consiste en la oposición sistemática al modelo dominante masculino. Esta postura ve “lo femenino” como una construcción social, ideológica, económica y política; y propone que no hay características predeterminadas emocionales o psicológicas, ni masculinas, ni femeninas.

Si damos por hecho que nuestro entendimiento de nuestros cuerpos y su representación esta determinado en gran medida por numerosos factores, de los cuales a veces ni siquiera estamos conscientes, las posibilidades de interpretar el arte se vuelven mucho más complejas, ricas e interesantes.

Pero luego pensé que el tema de “lo femenino en el arte”, aunque podría ser pertinente, quizá no seria de interés para todas y todos aquí presentes.

A lo largo de la historia del arte han habido respuestas y propuestas muy diversas sobre lo que es el arte. Me parece que todos creemos reconocer claramente lo que es arte cuando lo tenemos enfrente. Sobre todo cuando adopta las convenciones con las que estamos familiarizados y a través de las cuales lo categorizamos como tal. En el caso de la pintura, si esta hecha sobre canvas, enmarcada y colgada en la pared de una galería o museo, quizás no tendremos ninguna duda al respecto. Sabemos que es arte de antemano aunque después nos dediquemos a contemplarla y cuestionarla respecto a su contenido, su forma, o su carga emotiva.

Pero si sale de nuestro esquema tendremos muchas más dificultades, y sobre todo resistencias personales, a decir “esto es arte”. Como los artistas siempre estamos explorando todos los recursos disponibles para crear, el arte siempre esta evolucionando, tomando nuevas formas y soportes, y haciéndonos preguntas. Existen tantas posibilidades del arte visual; por mencionar solo algunas: el video arte, el arte digital, las intervenciones, las acciones. ¿Cuáles son los criterios posibles para considerar el arte como tal?

(Ideas del publico?)

Algunos pueden pensar que requisitos indispensables son: las ideas estéticas que sustenta y que pueden ser muy variadas - la belleza, el orden, la armonía por mencionar algunas de las “clásicas” - o un determinado uso de elementos formales – el sentido de composición, el soporte y material adecuado. Quizás inclusive, que hay un método adecuado para llegar a crear arte: estudios académicos, lecturas pertinentes, manejo del dibujo. Entonces lo podríamos definir como un proceso conducente a demostraciones técnicas de virtuosismo manual con sustento intelectual y emocional. (repeat) Pero aun así, esa definición tan fría y certera no es una formula para reconocerlo ni mucho menos para calificarlo. No existe tal formula. El arte siempre se escapa a cualquier intento de aprehensión.

De cualquier manera, nuestro acercamiento a las artes visuales, o plásticas en particular, pasa también por entender las preocupaciones esenciales del artista y como las expresa a través de su obra.

Hay artistas filósofos, que a través del color, la forma, sin palabras, aunque a veces también con ellas, elucubran pensamientos sobre el tiempo, la memoria, el exilio. Pienso por ejemplo en la obra de Benjamín Cañas, o de Violeta Bonilla. Recuerdan el Monumento a la Revolución o “Chulón”. El relieve de un hombre sin rostro definido, con brazos y piernas extendidos en actitud de victoria o sumisión, reflexión sobre el hombre universal o el hombre como Dios por ejemplo. Pienso tambien en la obra del italiano Giorgio DeChirico, o la portuguesa Vieira da Silva.

Da Silva por ejemplo, nacida en 1908 intentó a través de su pintura descubrir las relaciones trágicas y misteriosas del ser humano con los espacios que crea y le rodean: espacios interiores así como ciudades. Sus pinturas son representaciones de estructuras vistas desde varias perspectivas creando un laberinto que se despliega en direcciones múltiples. Los títulos de sus cuadros nos dan una idea de sus preocupaciones existenciales: “Dialogo sobre la Existencia”, “La Montaña Mágica”, “13 puertas”, “Entrada al Castillo o Homenaje a Kafka”, “Destino”.

Hay artistas que son críticos de su tiempo, como por ejemplo a través de la caricatura. Pienso en artistas como Daumier, o Toño Salazar, o en el Muralismo Mexicano. También se me viene a la mente la obra de Kathe Kollwitz. Ella nació en 1867 y murió en 1945 después de vivir ambas guerras mundiales y perder a su hijo y un nieto en ellas. Haciendo uso de un realismo gráfico, Kollwitz hizo un arte comprometido de contenido social. Fue pacifista, socialista y feminista, y su trabajo - sobre el odio, el amor, la maternidad, la muerte - criticó duramente la guerra y la pobreza de la época.

También han existido artistas que son más bien soñadores o especies de profetas que pintan sus visiones, ilusiones o sueños, como por ejemplo: Dalí, o la misma Rosa Mena, Salarrué, Frida Kahlo. Frida Kahlo, a pesar de su corta vida – murió a los cuarenta y cuatro años en 1954 – fue una pintora de una gran complejidad que constantemente sé reinvento en su pintura. Se le conoce sobre todo por sus autorretratos surrealistas, testimonios todos de una mezcla de sus recuerdos, emociones y fantasías. La pintura que siempre tengo presente de Kahlo – no sé si la recuerdan - es “Las Dos Fridas”, un autorretrato doble vestida de pies a cabeza, corazón de fuera y sangrando, sentadas ambas figuras tomadas de la mano ante un paisaje nublado.

Luego esta también, el artista que es cronista de su tiempo. Goya es un buen ejemplo, también José Mejia Vides con sus escenas de Panchimalco y de indígenas, o en otro extremo la artista estadounidense Cindy Sherman. Sherman es conocida por sus recreaciones fotográficas de estereotipos de lo femenino en la cultura popular y en las bellas artes. Sus fotografías son todas autorretratos, pero a diferencia de Frida Kahlo, estas no nos revelan detalles de su vida. Más bien sobre su cuerpo ella expone los roles impuestos sobre las mujeres: la seductora, la ama de casa, la empresaria, la estrella de cine, la víctima.

Pensaran que el artista es en esencia un guerrero por todos los ejemplos que les he dado pero no es así. También esta el artista como anfitrión de una fiesta del color y del placer de los sentidos. Pienso en Matisse por ejemplo, o en El Salvador Ana Maria Martínez, o también la pintora Georgia O’Keefe nacida en 1887 y radicada hasta su muerte en Nuevo México.

Con formas destiladas y colores intensos O’Keefe pintó paisajes urbanos neoyorkinos, paisajes de Nuevo México y flores. Sus bellas pinturas de flores, de tonalidades delicadas de blancos hasta intensas variantes de rojos, constituyen su obra más conocida. Sin embargo, a pesar de que en sus pinturas se pueden encontrar muchas capas de significados, su investigación de las formas de la naturaleza fue identificada rápidamente con la idea de “lo femenino”, etiqueta que resistió pero a la cual no pudo escapar. Decía O’Keefe: “a los hombres les gusta apodarme como ‘la mejor mujer artista’. Yo creo que soy simplemente una de las mejores artistas”.

Podríamos seguir hablando sobre las distintas propuestas de los artistas pero creo solo añadiré una más: la del artista como alquimista que explora la materia. En El Salvador tenemos un buen ejemplo que es Licry Bicard, Negra Álvarez también, el pintor Jackson Pollock es otro buen ejemplo así como la artista Ana Mendieta. Mendieta (1948-1985) nacida en Cuba y radicada posteriormente en EEUU, tuvo sus raíces artísticas en el land art, el performance y el feminismo de los 70’s. Trabajó con su propio cuerpo y materiales naturales como el barro, piedras y flores – en una performance incluso uso su propia sangre – todo ello buscando identificar el cuerpo femenino con la tierra y adjudicándole el mismo poder y a su vez, la misma capacidad de sufrimiento.

Los grandes artistas, aquellos que hacen obras de arte que nos marcan profundamente, que nos acompañan vivamente en nuestra mente y corazón, y que nos hablan constantemente, reúnen a mi manera de ver todas esas características.

La obra de Rosa Mena Valenzuela, la artista homenajeada en esta ocasión, también reúne muchos de esos aspectos que he mencionado. Sus pinturas/dibujos nos envuelven en la sutileza de su color, la delicadeza de su línea, la actualidad de sus imágenes, de sus visiones espirituales, la conjunción de materiales diversos – papel de aluminio, estampas religiosas, retazos de telas – y la pasión de vivir la vida a plenitud. Es por ello que me complace sumarme en su homenaje participando con esta conferencia el dia de hoy, y con mi obra en esta exposición.

Y ahora los invito, no a caminar en la luna, ni bajo el mar, sino a hacer algo muy sencillo. Solo se requiere voluntad, un par de ojos, mente abierta y corazón dispuesto. Los invito a hacer un viaje aun más rico de posibilidades, aquí mismo en esta exposición, frente a la obra de las 50 pintoras que participamos.


Conferencia a invitación de ADAPES en el contexto de la muestra Homenaje a Rosa Mena Valenzuela, Mayo 2000.

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