14.1.10

Museo de Arte de El Salvador

Programa "De nuestra colección"
Selección del curador Jorge Palomo
Museo de Arte de El Salvador
2 Enero - 30 abril 2010



"El ángel del profeta"
De la serie "Pasión de la ciudad oculta"
Mayra Barraza
Técnica mixta sobre silvatex
60 x 39.5 cm
1998
Donación Roberto Galicia, Colección Permanente Museo de Arte de El Salvador

A finales de la década de los noventa, en plena época de la pos-guerra, se presenta una clara tendencia temática y estilística dentro del arte nacional que erotiza el cuerpo en un estilo realista y clásico. Dentro de esa tendencia podemos mencionar a Sonia Melara, Walterio Iraheta, Catolo (Jorge López), Guillermo Perdomo, Rafael Varela y Mayra Barraza. En 1998, Barraza presentó un grupo de obras en serie tituladas Pasión de la ciudad oculta que trata los temas de la urbanidad y el erotismo, del cual El ángel del profeta es un ejemplo.

La serie de obras trata el tema urbano, específicamente, los personajes en pugna del espacio metropolitano, como eran las pandillas en el Centro Histórico de San Salvador. Las figuras, tomadas directamente de fotografías del periódico o basadas en pandilleros que modelaron para la artista, posan para nosotros como si estuvieran esposados, arrestados. Los espacios en los cuales los encontramos retratados hacen referencia a la criminalidad y la urbanidad, tanto en sus representaciones (las ventanas, barrotes de cárcel y graffiti) como en el uso de materiales (arena, pintura reflectante, colores brillantes).

El erotismo en la serie comienza desde un nivel lingüístico con su título, el cual hace referencia a la “pasión” no solo en términos del deseo, sino también en términos de la simbología católica barroca. Barraza, junto con Sonia Melara, es una de las primeras mujeres artistas salvadoreñas en erotizar el cuerpo masculino. La desnudez, los detalles de vello corporal, los tatuajes, y las poses de contorsión ocupados se conjugan con las barras rectangulares sobrepuestas al cuerpo, dejando al personaje censurado y en el anonimato, como suele ocurrir en la pornografía de décadas previas. Adicionalmente, la artista ha colocado alas de ángel en su composición, así como un tatuaje en el pecho de la figura que lee “Nos vemos en el infierno”; ambos corresponden a iconografía religiosa. Estos diferentes elementos contribuyen a comunicarnos el martirio de un pueblo sufrido, censurado, oprimido y vedado; y nos revelan una objetivación del cuerpo consciente de género, raza y clase.

Jorge Palomo

San Salvador, Dic 2009




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