3.2.06

Cadáver Exquisito - Frágil

Me encontraba en la terraza que antecede la sala del Centro Cultural de España cuando un amigo recién llegado me preguntó: “¿Que tal la exposición?” - y añadió fugazmente: “¿difícil?”. Esa noche se inauguraba la exposición de Cristina Gozzini (Italia, 1960) titulada Frágiles de ubicación específica.

Ocho son las piezas colocadas de manera distendida por la artista y el curador de la muestra, Luis Croquer. En una esquina, un bello móvil compuesto de numerosas formas caprichosas de vidrio que parecen pinceladas en el aire o pequeñas figuras contorsionándose. Más adelante, un minúsculo avión militar sobrevolando el gigantesco espacio que le rodea. A mi derecha sobre la pared, una especie de oruga formada por un alambre grueso en forma de resorte irregular y cubierto por una media blanquecina. En la pared opuesta, 10 tuberías de ventilación blancas cuelgan de una base y caen al piso como largas trompas de elefante. La artista, al suspender en el aire los objetos, nos introduce en un momento preciso en que el tiempo real se ha detenido, abriéndonos la puerta a un encuentro lúdico con la realidad.

Coronando la sala, un grupo de fotografías muestra detalles urbanos y de interiores. Una de ellas sobresale entre el grupo: en un cuarto a media luz una pequeña figura sentada sobre una alfombra de arabescos negros en rojo. Empacada completamente en cinta adhesiva la figura nos sonríe como un enigmático Buda.

“Autorretrato” se titula una instalación de objetos curiosos reunidos sobre una larga meza de metal. La relación entre ellos tan sutil que su razón de ser y de estar en esa “ubicación específica” se nos escapa. “Por favor, no tocar las obras de arte” dice un rótulo recordándonos la fragilidad de los objetos. Nos obliga a usar no el tacto, sino la imaginación, que sin embargo, requiere ser provocada con mayor audacia.

“¿Difícil?” Yo contestaría: más bien frágil.

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